Durante muchos años ha habido dos elites dentro de la comunidad que utilizamos computadoras: apple y linux. El resto -windows- era “vulgo”.
Los primeros, se ufanaron, desde siempre, con ser los mejores. Su imagen corporativa discurría desde el romanticismo hippie al mensaje de elite de Grundig de los años ’70: caro pero el mejor…
En Argentina, en la Facultad de Arquitectura de la UBA estuvo un decano queenseñaba a sus alumnos que sólo un Mac cubría todas las necesidades del artista… La falacia se transmitió a las flamantes carreras de diseño gráfico, luego a imagen y sonido y finalmente a casi todos los conservatorios.
Por otro lado, en una comunidad más pequeña aún: Linux, las dificultades que atravesaban sus “usuarios” para adaptar el sistema a los pcs, su código abierto, su ideología, y el romanticismo del joven genio que lo creó, devinieron en otra clase de élite y otra imagen corporativa: Linux no es para usuarios comunes y corrientes, sino para genios, para hackers.
He aquí la gran visión comercial de Bill Gates: Windows no es para artistas ni para genios exclusivamente, sino que Windows es para todo el mundo.
Ejemplo de importancia de la imagen:
Hace unos días tuve oportunidad de hablar con alguien que tiene los medios económicos suficientes para comprar el Mac que desee, y los medios intelectuales sumado al tiempo y la curiosidad de investigación necesaria para, llegado el caso, utilizar cualquier distribución de Linux.
En un momento de la conversación, este empresario me decía que su notebook no funcionaba como él esperaba.
Yo siempre utilizo la misma broma inicial: “Debes tener un virus…”
Con inocencia me aclaró que no era así, que había comprado dos de los más caros y ninguno de los dos le declaraba ningún alienígena.
“No, no me refiero a un virus extraño, es uno que consume todos los recursos de tu máquina. En realidad es un malware llamado Windows…”
El hombre sonrió lamentándose un poco a la vez. Entonces aproveché su estado para comentarle las bondades de Ubuntu, gratuito, en su idioma, eficaz, y con un entorno gráfico similar al de Windows.
Me dio dos razones para no utilizarlo: la primera pude erradicarla, la segunda me temo que no. Me dijo:
“Sucede que el programa contable que utilizo para mis empresas trabaja con Windows”.
Comprendí lo oneroso que le significaría cambiar de software, más aún si lo había comprado, y le propuse que podía darle una copia de Ubuntu, sin que su empresa tuviera problemas legales por la misma, y probarlo desde la lectora. De esta manera podría comprobar la diferencia en el rendimiento de su máquina, pero que además, existía Wine que era capaz de entender y hacer funcionar muchos software de Windows en Linux.
Esto pareció interesarle, pero de repente cambió el semblante de su cara y me dijo:
“Eso es interesante pero hay un problema. ¿Quién me asegura a mí que estos sistemas no vienen con programas de espionaje incluidos?
Entonces le respondí: “No puedo poner las manos en el fuego por nadie porque quizás Linux contenga algún espía, en todo caso es una duda, en cuanto a Windows es una certeza, te espían…”
“Puede ser, pero Linux está hecho por y para hackers. ¿Te diste cuenta que no hay antivirus para Linux?
Ahí fue cuando entendí su preocupación. El hombre no estaba prejuzgando a Linux, en todo caso respondía de alguna manera a la auto-imagen que antaño crearon sus usuarios, y la campaña por parte del bueno de Bill Gates…
Conclusión para este vendedor de Linux:
"No alcanza con demostrar la superioridad absoluta de Linux sobre los demás sistemas. Tampoco alcanza con poner el logotipo de nuestra distribución favorita en nuestro blog . Si quienes utilizamos este sistema operativo pretendemos que algún día “el vulgo” lo utilice, tenemos que desmitificar estas dos creencias. “Linux no tiene software” y “Linux es para hackers”.
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